El Kilimanjaro, con sus 5896 metros de altitud, es una de las cumbres míticas del planeta. Salvador García-Atance, Presidente de la SGE, junto con un grupo de amigos, se propuso recientemente alcanzar la cima por la solitaria ruta norte, y en el tiempo récord de una semana.
El transporte y la economía han revolucionado el mundo del viajero. Aquello que hace sólo medio siglo estaba reservado al aventurero profesional o a las personas con grandes recursos económicos, hoy está al alcance de una gran cantidad de individuos, al menos si se vive en el mundo desarrollado.
Es verdad que hemos perdido en buena medida, la posibilidad del descubrimiento absoluto y relevante, es lo que podríamos denominar la consecuencia negativa de los avances antes mencionados. Pero al mismo tiempo, y desde el punto de vista personal, una gran cantidad de exploradores "medios" podemos tener experiencias que antes eran impensables.
Podemos decir que antaño unos cuantos exploradores de nivel mundial descubrían territorios, navegaban ríos vírgenes, subían a las montañas más altas y llegaban a los polos. Después contaban sus aventuras a un club selecto de caballeros que se reunían en las sociedades geográficas de la época y por último la prensa británica recogía, para la cabeza del Imperio, un resumen del suceso, que solía acabar con la exaltación nacionalista habitual.
Hoy no se producen esos descubrimientos pero las sociedades geográficas y la sociedad en general, están repletas de aventureros y exploradores que consiguen unas vivencias personales extraordinarias. Hemos pasado a una sociedad con muchos actores, en comparación a los tiempos pasados en los que había más espectadores. Es difícil decir qué situación es mejor, lo que sí que podemos asegurar es que vivimos en este tiempo y circunstancia, y por tanto debemos aprovecharla.
Estas reflexiones vienen a cuento por un dilema viajero que se me planteó recientemente. El Kilimanjaro, cumbre mas alta de África (5896 mts), es un pico muy visitado, hasta el extremo de que tiene una ruta de acceso denominada "de los turistas", si bien es verdad que la mayoría de estos se quedan satisfechos llegando a cumbres inferiores al Uhuru Peak que es el punto culminante del volcán. A pesar de ser un pico muy visitado, su altitud es suficiente para que se necesite algo de aclimatación para coronarlo dignamente, con lo cual la estancia necesaria en la zona suele ser dilatada; de ocho a diez días en total.
El dilema que se me planteó fue el siguiente: ¿Es posible subir al Kilimanjaro con las siguientes condiciones: Sin ver a nadie / Cumpliendo los requisitos de entrada y salida del parque / En sólo una semana / Con un grupo de personas no expertas en montaña, aunque en buena forma física / Por un precio razonable y disfrutando de la ascensión?
La respuesta a esa pregunta condicionada la pusimos en práctica entre el 2 y el 9 de febrero del 2002.
Para empezar buscamos, con un agente, una ruta que no fuera visitada. Rápidamente nos decidimos por la llamada ruta norte (ver mapa) la cual entra por una puerta del parque poco utilizada (la Lemosho gate) y luego atraviesa el Shira Plateau; flanquea después el norte de la montaña a unos 4.000 metros, para subir al cráter entre los campos de hielo norte y este. Es una ruta que por su longitud y por su compromiso (la salida exige atravesar el cráter y bajar por el sur, es decir se hace una travesía completa de la montaña) no se hace mas allá de dos o tres veces al año. Tanta es la soledad de la zona que el agente aceptó el trato de que si entre el Moir Hut y la cumbre encontrábamos a alguien, no pagábamos sus servicios.
La segunda cuestión era el tiempo. Por razones de trabajo (exploradores del 2002) disponíamos de nueve días, de un viernes por la noche a un domingo. El agente nos dijo que era imposible, sin aclimatación previa, hacer esa ruta en ese espacio de tiempo. Mis cálculos indicaban que sí era posible, o probablemente posible y tras decenas de "emails" le convencimos de intentarlo. Como suele pasar en estos casos y dado que esa ruta no tiene rescate organizado, tuvimos que firmar todo tipo de eximentes de responsabilidad con la agencia y hacernos técnicamente responsables de nuestro destino.
Teníamos un pequeño inconveniente, pues nos obligaban a bajar del pico, como a todo el mundo, por una ruta donde sin duda nos encontraríamos otros excursionistas, pero la bajada es una cuestión de horas y decidimos pagar ese peaje para mantenernos dentro de la legalidad. Por último concertamos un precio que si bien era caro para "una semana", era barato en relación a la actividad que íbamos a acometer.
Diario de viaje
Viernes 1 Febrero
Volamos por la tarde desde Madrid a Londres y a continuación a Nairobi.
Sábado 2 Febrero
Llegada a Nairobi con el retraso habitual. Corrimos de un aeropuerto a otro para coger un vuelo a Tanzania (aeropuerto del Kili), ya que ese mismo día teníamos que empezar a andar y la puerta del parque la cerraban a las tres de la tarde. El retraso de llegada fue compensado por el retraso de salida del siguiente vuelo. Cuando llegamos al aeropuerto tanzano nos montaron en una furgoneta y sin comer mas que paquetes de patatas fritas, llegamos a la puerta del parque a las cinco de la tarde. Como esa entrada no tiene gran afluencia de viajeros nos dejaron pasar y a las cinco y media iniciábamos la marcha, teóricamente de tres horas, aunque esperábamos y deberíamos hacerla en hora y media porque de los seis expedicionarios, dos se habían olvidado la linterna y a las siete sería noche cerrada.
Bosque tropical, sendero razonable, huellas de elefantes y una respiración entrecortada nos llevaron al campamento antes de que desapareciese la luz. La noche era estrellada e hicimos los comentarios habituales sobre África, el cielo y la selva. Lo de las linternas es un problema. Dormimos a 2.750 metros.
Domingo 3 Febrero
Salimos de mañana y dejamos el bosque selvático para iniciar el monte bajo. En cuatro horas de marcha ligera llegamos al campo del Shira Plateau (3.500mts). Observamos que nuestro guía local habla mucho y muy alto y que los porteadores cantan y bailan por la noche hasta demasiado tarde. Dos de los expedicionarios descubren a su vez que no se debe tomar el sol en África a 3.500 mts. Ya tenemos enfrente el Kili y a pesar de que la tarde se nubla, el grupo se encuentra bien.
Lunes 4 Febrero
En tres horas, con algo de frío y viento cruzamos el Shira Plateau para llegar al Moir Hut (4.200 mts). El terreno pasa del bosque bajo a las pedreras y se empieza a notar la altitud. Por la tarde hicimos una buena salida al grupo de Lent (4.400mts) y cuatro de los seis expedicionarios hacemos cumbre. Suministramos diuréticos y aspirinas. Escalamos un poco en unas rocas cercanas, con enrisque incluido.
Por la noche aparecen algunos dolores de cabeza. A pesar de que los nativos siguen hablando continuamente y de que su consumo de "porros" es notable, el lugar donde estamos es fantástico y el grupo sigue animado.
Martes 5 de Febrero
El día se pasa en un flanqueo larguísimo a 4.200 mts, que nos lleva al "Pofu Camp" (4.100 mts) que ya se sitúa debajo de la arista que nos llevará a la cumbre. La marcha es panorámicamente fantástica, dominamos todo el Serengueti, pero algo rompepiernas, pues hay que cruzar infinidad de torrenteras secas. La altura hace que las miradas perdidas y los rostros abotargados aumenten, aunque el campo al que llegamos es muy bonito y la soledad del lugar y el entorno suben los ánimos al atardecer. La vegetación es escasa pero exótica y la vista es magnífica.
Les pedimos a los porteadores y al guía que se recojan antes, y que no voceen tanto. Contestan con lo que cualquier viajero sabe, "que sí, que sí", y se comportan con un "que no, que no". Se consumen diuréticos y aspirinas, amen de algún relajante muscular. Haciendo inventario creo que estámos listos para lo que nos espera.
Miércoles 6 de Febrero
Hoy es un día de aclimatación. Vamos a subir con algo de carga hasta el campo en el que dormiremos mañana a 5.200 mts y volveremos a bajar al Pofu Camp. La subida se hace dura, metidos en una niebla espesa y con algunos expedicionarios con falta de apetito. La arista por la que subimos domina las grandes pedreras que bajan del borde del cráter. Algún porteador no llega al campo y deja un mini depósito en la arista, frutos secos, pasas, una botella de oxígeno para paliar posibles edemas, etc. La botella de oxígeno tiene un aspecto lamentable. Me propongo no permitir a nadie respirar lo que haya ahí dentro, pase lo que pase.
Después de cinco duras y enneblinadas horas de subida, nos aparece la sorpresa de que la bajada la hacemos por la inmensa pedrera que hemos ido dejando todo el día a nuestra izquierda. La pendiente supera los 25 o 30 grados y la piedra es tan fina que en menos de una hora, bajamos como si esquiáramos suavemente, los mil metros que hemos subido.
Los expedicionarios y los porteadores nos lo pasamos tan bien que llegamos al Pofu Camp encantados. Se levanta el día, tenemos sol y a 4.200 mts estamos aclimatados. Pasamos una tarde estupenda y nos vemos en plena forma.
Jueves 7 de febrero
Casi todos los porteadores con el equipo pesado nos abandonan e inician un flanqueo de la montaña que a través de la Saddle o plateau sureste, les llevará al campo al que nosotros llegaremos mañana por la noche después de hacer la travesía de la montaña.
Nosotros, con cinco porteadores y nuestro guía, iniciamos la subida al campo de 5.200 mts donde dormiremos hoy. Vamos un poco cargados; hay que subir agua y equipo, pero estamos animados.
Tras cinco horas llegamos al depósito donde ayer dejamos comida y supuestamente oxígeno. Dos cuervos gordos y felices nos miran socarronamente después de haberse comido todo lo que habíamos dejado. Los porteadores no tomaron la precaución de dejar las vituallas en bolsas de lona. Adiós frutos secos.
Poco más tarde llegamos al campo y se montan las tiendas. Estamos en una ladera pedregosa y empinada y empieza a hacer frío, la altura se nota y tras repartir diversas aspirinas, relajantes y sopa nos acostamos. Mañana el problema de las linternas será grave. Saldremos a las cuatro de la mañana con dos horas de noche; el terreno es de rocas sueltas y empinado y de los doce que vamos, seis clientes y seis porteadores, sólo siete tienen linterna en condiciones. Me duermo deseando que amanezca lo antes posible. Por lo menos la altura tiene la ventaja de que los porteadores y el guía ni hablan ni cantan; se limitan a consumir aspirinas en cantidades razonables.
Viernes 8 Febrero
Me despierto a las tres. Es día de cumbre. Hace mucho frío; el cielo está estrellado pero no hay luna. Despierto al personal y una hora más tarde iniciamos la subida. La noche se hace un infierno. El terreno es delicado, con la escasez de linternas vemos regular y hace un frío hiriente. Damos fricciones en las manos y algunas en los pies mientras sufrimos un poco.
A las siete estamos en el borde noreste del cráter, hace sol, aunque sigue el frío, y la vista y el ánimo se ponen por las nubes. Abrazos, fotos y demás.
Nos ponemos rápidamente en marcha porque hay que cruzar todo el cráter y estamos a 5.700 mts. El día empieza a alargarse y tardamos dos horas en cruzar el maravilloso cráter y otra más en subir por algo de nieve y hielo a la cima. No hay nadie mas en la cumbre Kilimanjaro y nos hacemos fotos.
Son las once y media. Inmediatamente iniciamos la bajada por la Mweka route, (obligatorio) y al cabo de una hora encontramos un inglés con un principio de edema y un guía que le mira de hito en hito. Llamamos por la emisora a los "rangers" para que le auxilien, le damos agua y un chupito de manzana y le convencemos para que pierda altura lo más rápido posible. A las dos y media llegamos a Barafu Hut (4.600 mts) y chocamos con la civilización (y eso que ésto no es la ruta turística). El día empieza a ser muy largo y se oyen algunas quejas sazonadas con algún calambre.
Rápidamente nos ponemos en marcha y por un camino precioso pero largo, (en el que a las tres horas entramos en un bosque bajo fantástico), llegamos al campamento (3.000 mts) donde vamos a dormir esa noche. Hay unas cincuenta tiendas y nos acordamos de los cinco días de soledad que hemos pasado al otro lado de la montaña. En todo caso la presión de oxígeno ha aumentado, y nos venden cerveza, con lo cual estamos exultantes. Nuestro cocinero se pone vestido de blanco impoluto, alucinante después del polvo que llevamos encima, con un gorro alto elegantísimo. Llegamos a la conclusión de que somos la expedición mas pinturera de la montaña.
Sábado 9 de Febrero
Bajamos en cuatro horas por un bosque tropical espectacular hasta la puerta del parque, donde un autobús nos lleva en siete horas a Nairobi. Tras cenar en un excelente restaurante tomamos el avión y volvemos a Londres y Madrid, donde estamos el domingo a mediodía.
Nos damos cuenta que Madrid-Uhuru peak-Madrid lo hemos hecho sin dormir un solo día en cama.
Esta experiencia es lo que podríamos denominar una excursión aventurera modelo 2002. Hemos conseguido hacer compatibles las obligaciones profesionales, el presupuesto y la falta de experiencia, con la aventura, la soledad, los grandes horizontes, el esfuerzo y el riesgo. Todo ello define una vivencia personal de gran valor e intensidad.
No hemos descubierto el Kilimanjaro; ya estaba descubierto. Casi seguro que tampoco habríamos sido capaces de descubrirlo en su momento; no habríamos tenido el nivel necesario. Sin embargo hemos viajado al Kili con un planteamiento que nos ha enriquecido y satisfecho personalmente, y eso no lo habríamos podido hacer cien años atrás. El progreso también tiene aspectos positivos para la aventura, está en nuestras manos el aprovecharlo.