Crecimiento, Paro y Contrato Único

POR MARIANA LANZAS Y SALVADOR GARCÍA-ATANCE
Publicado en el Diario Expansión el 04/11/2015 .

En los últimos 30 años España ha tenido una tasa de crecimiento media de cerca del 2,5%, la segunda más alta si la comparamos con países como Estados Unidos, Reino Unido, Francia, Alemania o Italia. Solo Estados Unidos supera a España en este registro. La media de los países europeos queda muy por debajo de la tasa española, con un 1,7%. En los mismos 30 años la tasa de paro media de nuestro país ha sido superior al 16%, la más alta en comparación con los mismos países. En ese periodo la tasa de paro media española ha sido más del doble de la estadounidense y casi el doble que la media de los países europeos.

Quizás resulta especialmente ilustrativa la comparación con Italia. Incluso teniendo España una tasa de crecimiento media más de dos veces la italiana, su tasa de paro es siete puntos porcentuales más elevada.

El que haya habido distintos partidos gobernando España durante ese periodo no altera las conclusiones aquí expuestas. La situación de paro más elevada que en los demás países a pesar de un crecimiento acentuado es permanente, independiente de quien gobierne. Si comparamos los promedios de desempleo y crecimiento en cada uno de los últimos cuatro mandatos presidenciales, los resultados son similares: España crece a un ritmo superior o similar al del resto de países pero registra una tasa de desempleo significativamente mayor. Las únicas dos excepciones son, en primer lugar, los peores años de la crisis, cuando la economía española se contrajo más que las demás, y en segundo lugar, el momento más álgido de la burbuja inmobiliaria, cuando el paro descendía a un ritmo mucho más acusado que el del resto de países, aunque ni siquiera ese descenso acelerado consiguió que el desempleo en España fuera inferior a la media europea. En 2007, el paro en España seguía siendo superior al de Francia, Italia, Reino Unido o Estados Unidos.

Parece, pues, que el paro en España aumenta y disminuye en función del ciclo económico pero manteniendo un nivel muy superior al de los países de nuestro entorno, a pesar de que España crece de promedio más que estos. Las causas de esta situación se han expuesto y analizado extensamente: la educación, sobre todo la universitaria; la baja productividad (tanto en nivel como en tasa de crecimiento) debido entre otras cosas al capitalismo de amiguetes, la economía sumergida y la regulación de nuestro mercado de trabajo explican esa indeseable peculiaridad con la que vivimos.

Centrándonos en este último aspecto hay que reconocer que la última reforma implantada por el PP, siendo positiva, ha sido una oportunidad perdida para dar un paso relevante en lo que a contratación laboral se refiere. Hay pocos asuntos en los que exista un consenso tan grande entre los economistas académicos españoles y foráneos, ya sean de ideología conservadora, liberal o socialdemócrata, como en la conveniencia de implantar un contrato único. Todos achacan unas consecuencias perversas a la dualidad entre fijos y temporales, que no es habitual en nuestros países de referencia: desequilibrios en los ajustes de empleo, falta de incentivos para la formación dentro de la empresa, perjuicio para los trabajadores más jóvenes con consecuencias graves a largo plazo, etcétera.

La pregunta que surge es automática. ¿Por qué ni el PSOE ni el PP reforman ese aspecto de la contratación laboral cuando sus asesores económicos profesionales se lo recomiendan?

Tanto a Zapatero, en la segunda legislatura, como a Rajoy en esta, se les aconsejó y argumentó personal y colectivamente sobre la conveniencia de esta medida. El caso del Gobierno del PP es más hiriente, porque se perdió la ocasión de las medidas anticrisis para la puesta en práctica de una reforma laboral que incluyera la simplificación de la contratación aunque no es el único responsable. Hay que llamar la atención sobre el papel que juegan en este enigma los llamados agentes sociales, es decir, los sindicatos y la confederación de empresarios.

Los primeros, que fueron decisivos a la hora de frenar la reforma con Zapatero, piensan que esta medida quizá mejoraría a los trabajadores temporales pero perjudicando a los fijos, a través de un cambio en las condiciones de despido, situación que va en contra de los intereses sindicales. Parece que las medidas que se pueden articular para suavizar el problema mediante la aplicación del sistema solo a las nuevas contrataciones y otras, no han logrado convencer a los líderes de estas organizaciones.

La patronal, que ha sido importante en el tipo de reforma aplicada por el PP, no está tan interesada en cambiar la dualidad fijos-temporales como en modificar el funcionamiento de los convenios y el coste del despido. Parece que los líderes empresariales creen que cada empresa está más interesada en su funcionamiento interno desde el punto de vista laboral que en el nivel agregado de empleo que hay en el país, que sería el objeto primordial del contrato único.

Si estamos en lo cierto, tendríamos una situación en la que los dos lobbies relevantes para el mercado de trabajo rechazan, o al menos no apoyan, una medida que podríamos considerar de interés general. Los dos partidos mayoritarios no son capaces de superar esa situación y siguen rechazando el consenso académico favorable al contrato único. De esta forma se perpetúa una situación tan esperpéntica como la expuesta.

Salvador García-Atance es técnico comercial y economista del Estado. Mariana Lanzas Goded es graduada en Global Affairs por la Universidad de Yale.

Podemos

Los dos temas políticos del verano son sin duda alguna Cataluña y Podemos. Han conseguido desplazar, para contento de la “casta política”, (es decir de los partidos mayoritarios), el aborto de Gallardón, los ERES andaluces e incluso a Urdangarin y el folletín monárquico.

Dejo a otros la discusión sobre Cataluña que me parece importante como precedente de ninguneo del estado de derecho, pero que desde cualquier otro punto de vista encuentro indiferente, bien porque se haga independiente, dependiente o mediopensionista, aunque en cualquiera de los tres casos sería mejor que fuese miembro de pleno derecho de la Unión Europea.

Sobre Podemos si es interesante polemizar. Organizo la exposición en tres fases:

I.     ¿Qué es Podemos? ¿Es un partido de extrema izquierda autoritaria, al uso de los hermanos Castro de los 70, o es un partido populista carismático, al uso de los Chávez del siglo XXI, o es un partido que está dispuesto a ser una cosa u otra según le convenga para acceder al poder?

Aconsejo visualizar los dos vídeos del acoso a Rosa Díez en la Autónoma. En el primero se ve un conflicto clásico es decir un grupo de radicales tratan de boicotear, a gritos y forcejeos con la policía, una conferencia. En el segundo un grupo organizado impone que antes de que se inicie una conferencia, el conferenciante y los asistentes tengan que escuchar un panfleto descalificador. Por supuesto una vez que lo han leído se van si escuchar al conferenciante.

En el primer caso es un asalto típico de un grupo radical (en la Alemania de los 30 y la España de los 70 serían “fascistas”). En la España de hoy son extremistas de izquierdas o antisistemas. En el segundo caso es una maniobra propia del populismo totalitario. Creo que Podemos es un partido camaleónico que ha pasado de una base teórica marxista radical a la utilización del populismo mediático. Ese es un buen movimiento desde el punto de vista político, como lo muestran las europeas, pero es un primer aviso del carácter y de la ambición de su grupo dirigente.

II.    ¿Es su programa aceptable?

Es obvio que la contestación depende por un lado de la ideología de cada uno y por otro del análisis razonado de sus propuestas.

En mi opinión Podemos no tiene una propuesta de sociedad democrática, al menos en la forma en que entendemos en el mundo occidental la democracia (Nota 1). La idea de la “auténtica democracia” de Podemos es el castrismo y el chavismo como declara públicamente Pablo Iglesias en grabaciones visualizables en internet. Se puede argumentar que dado que Chávez ha sido el financiador de Podemos, Pablo Iglesias debe ser agradecido, pero creo que se puede ensalzar a Chávez o a los Castro (Nota 2) sin necesidad de tomarles como ejemplo democrático.

Un partido que acosa a conferenciantes políticos democráticos, que es partidario del acoso privado a políticos democráticos y que pone como ejemplo democrático a los Castro, no es un demócrata y no cree en la democracia. Quizá crea en otros tipos de democracia como la democracia proletaria, la popular o incluso la orgánica (como Franco), pero no en la democracia a secas.

El análisis de sus propuestas concretas es también poco esperanzador. Dos ejemplos: “La educación de calidad gratuita para todos”. ¿Quién no está de acuerdo con esta propuesta? El problema no es desear eso, sino cómo se consigue, como se organiza, como se financia, como se generan incentivos para que los recursos no se despilfarren, como se evalúan y se asignan méritos, etc.

Impagar la deuda del estado, toda o al menos la externa, es una propuesta injusta, porque no se entiende porqué el que ha prestado a un estado democrático no tiene derecho a que se le pague. También es irreal, si es la deuda interna parece impresentable que se impaguen las inversiones de los pensionistas y ahorradores españoles. Y si es la deuda externa la expulsión de España del mercado de capitales internacional sería inmediata.

Quizá es que el líder de Podemos,  sabe que si gobiernan, la economía iría tan mal que no podríamos pagar la deuda del estado, y lo advierte de antemano.

III.   ¿Es útil para sacudir a la casta política la aparición de Podemos?

Dos citas previas.

Los conservadores alemanes en los años 30 decían “dejemos que los nazis se encarguen de los comunistas que luego nosotros nos encargaremos de los nazis”

Keynes a sus asesores hablando sobre el diseño del sistema monetario internacional después de la segunda guerra mundial “el que nuestros amigos americanos digan sinsentidos no implica que la mejor contestación por nuestra parte sean sinsentidos”

Es cierto que nuestra vida política es cutre, sectaria y corrupta. Es cierto que necesitamos una regeneración política a fondo (lo cual solo puede empezar cuando seamos ciudadanos de mejor calidad de la actual). Es cierto que es difícil romper el conformismo de nuestros partidos políticos y conseguir que estos vuelvan a un espíritu menos sectario, más racional y menos corrupto. A pesar de todo considero peligroso que la contestación a esta situación venga de propuestas como la de Podemos. Creo que la discusión política no debe ser tanto sobre deseos si no sobre cómo conseguir esos deseos.

Al igual que en filosofía no es importante lo que se opina sino como se argumenta, en política no es tan importante decir que la corrupción y el sectarismo son malos sino qué vamos hacer para que dejen de ser tan comunes.

La propuesta de Podemos no cumple ninguna de estas condiciones. Ideológicamente no es democrática, operativamente es inexistente o infantil y lo único que hace es proponer ideales sociales sin ningún razonamiento sobre cómo llevarlos a cabo. Es posible que agite a la “casta” y mejoremos algo, pero me inclino a pensar que la “casta” va a terminar incorporando lo más fácil de Podemos, que es el populismo, y va a incrementar consecuentemente la desinformación y el diálogo de besugos, y con ello el sectarismo y la corrupción.

Nota 1:

Nuestra democracia es un sistema para decidir cómo organizamos la convivencia. Es posterior a las declaraciones de derechos, al constitucionalismo y al imperio de la ley porque se basa en estos para que los ciudadanos decidan como definen en cada momento las fórmulas operativas de vivir en sociedad.

Ese proceso de decisión debe ser libre e informado. La democracia no se acaba con la elección sino que continúa con la forma de ejercicio del poder. El gobernante democrático no solo es elegido democráticamente sino que gobierna democráticamente.

La democracia se basa en el respeto de la legalidad y de las formas, porque esta es la mejor manera (o la menos mala) de que los ciudadanos estén protegidos de los excesos del poder (ya sea el poder político, el poder de dinero o el poder social) y de que puedan decidir tentativamente como se resuelven los problemas cotidianos de la vida en común.

Nota 2:

Es interesante la conferencia de Fidel Castro en Princeton en 1959 en la que pone a la revolución cubana como ejemplo paradigmático de un proceso revolucionario que va en contra de la opinión política convencional, porque esta revolución se produce derrotando a un ejército organizado y en un país con una importante clase media. La “democracia castrista” ha conseguido en 50 años, bien es verdad que con el coste de suprimir las libertades, convertir a todos los cubanos en proletarios.

Política y Ecología

El medio ambiente sin duda va a ser el centro de atención de la vida social, económica y política en los próximos quince años. La razón de esta importancia es que el medio ambiente es el recurso “escaso”, ciertamente en los países desarrollados y muy próximamente en los países emergentes. Como ha pasado siempre, la vida política, económica y social se reorganiza rápidamente ante las restricciones de desarrollo que plantea un recurso escaso y difícilmente sustituible. Aparece una concienciación de los ciudadanos que perciben lo que está en juego, lo que inicia inmediatamente la reacción de las fuerzas sociales, económicas y políticas. Nacen asociaciones que alertan, informan y presionan para que se tenga en cuenta la nueva situación. Se generan inmediatamente oportunidades económicas para producir los bienes y servicios que demanda la sociedad. Simultáneamente aparecen nuevas corrientes políticas que hacen propuestas diversas para definir la regulación y la organización social en función de los nuevos retos que se plantean.

Si esta descripción de la situación se ajusta a la realidad, tiene todo el sentido político que en los países desarrollados:

a) Los partidos convencionales (socialdemócratas, liberales y conservadores) den un peso cada vez más importante a sus propuestas referentes al medio ambiente.

b) Surjan nuevos proyectos políticos que se articulen alrededor del medio ambiente como el sector clave de la actividad socio-económica.

Probablemente en los próximos quince años un partido verde va a gobernar en un país desarrollado. No me refiero a un partido conservador, socialdemócrata o liberal muy centrado en el medio ambiente, sino a un partido que articule su propuesta política en los retos medioambientales. ¿Qué argumentos apoyan esta creencia?

En primer lugar, la importancia que van a dar los ciudadanos al medio ambiente. Las sociedades desarrolladas tienen unos retos sobre los niveles de bienestar económico, salud, protección, seguridad, etc., limitados. Los individuos no parecen más felices, una vez alcanzado un nivel de bienestar razonable, porque tengan un nivel económico más alto. El nivel de desarrollo nos ha llevado a que el empleo del tiempo libre y la calidad de vida sean la preocupación más importante.

Parece claro que el factor clave de ese planteamiento es el medio ambiente, no solo porque es el espacio natural al que la sociedad mira para satisfacer esas preferencias, sino porque ese espacio natural se deteriora rápidamente. Incluso podríamos pensar que el deterioro llegase a tal extremo que se produjese un retroceso del nivel de desarrollo alcanzado y que pasásemos a acercarnos a los problemas que tenían los países desarrollados hace un siglo.

En segundo lugar, las fuerzas políticas convencionales van a tratar de captar e integrar las nuevas demandas medio ambientales que plantea la ciudadanía en su oferta de medidas políticas. Aquéllas que las integren de forma más efectiva ganarán las elecciones.

Creo sin embargo que una oferta articulada alrededor del medio ambiente puede tener un mayor atractivo. No es lo mismo introducir un nuevo factor clave en una maquinaria ya existente, que en parte va a echar arena a los nuevos engranajes que se tienen que instalar, que empezar de cero con una maquinaria diseñada para hacer frente a los nuevos retos que se plantean.

Evidentemente habrá factores de eficiencia (habrá partidos verdes que lo harán bien y otros mal), de competencia (habrá partidos convencionales que lo harán mejor o peor que los verdes) y de timing (habrá quien llegue con la propuesta adecuada en el momento adecuado y quién se adelante o retrase). Sin embargo veo difícil que la ventaja que da el estar centrado en el problema crucial no vaya a dar como resultado que en algún país desarrollado gobierne un partido verde. La constitución de un partido verde en el 2010 tiene que tener como objetivo estratégico ganar las elecciones generales.

Vivimos en el siglo XXI, las cosas pasan muy deprisa, la información se transmite rápida y eficientemente y los ciudadanos acumulan más materia gris que en ningún otro momento de la historia. Debemos tener siempre presente que el ganar unas elecciones exige una propuesta que convenza a una gran proporción del electorado y eso plantea condicionantes a cualquier fuerza política que quiera ser ambiciosamente exitosa. Creo que se pueden hacer dos recomendaciones para un proyecto político ecologista.

En primer lugar hay que evitar lo que en Europa parece la irresistible tentación de enmarcar un partido verde en la izquierda. Hay varias razones que aconsejan no caer en ese error.

a) Si se tiene como objetivo gobernar no se puede eliminar, a priori, a más de un tercio del electorado y luego ponerse a competir por el resto.

En la derecha hay un potencial relevante de votantes para un partido verde. No es válido el argumento de que la derecha no es ecologista cuando se define el ecologismo (sin necesidad) como de izquierdas, o lo que es lo mismo, no podemos decir que solo se puede ser ecologista siendo de izquierdas y quejarnos luego de que a la derecha no le guste la ecología.

Cosa distinta es que las políticas que trate de implementar un partido ecologista estén tomadas en mayor proporción de la llamada izquierda que de la llamada derecha. Sin embargo es muy distinto el predecir esta situación de hecho que caer en el error de identificarse con una opción global concreta. Lo primero es inocuo, lo segundo es abandonar el objetivo de poder ganar las elecciones con un partido verde independiente y condenarse a ser el complemento sectorial de un partido generalista.

b) Dado el sectarismo de la vida política hay un gran porcentaje de votos que están predefinidos para la derecha o para la izquierda con independencia de las medidas que se tomen o incluso del éxito que obtengan. Sin embargo esa predefinición está basada en general en aspectos secundarios de la vida social. En los temas esenciales los grandes partidos tienen políticas que se diferencian mucho más por estar o no en el poder, de lo que se diferencian por ser de derechas o izquierdas. El medio ambiente será probablemente un aspecto clave en la diferenciación de las opciones políticas de los próximos años. En este aspecto si se marcarán diferencias, por lo que sería una fuerte limitación que en esa situación los verdes se asimilen a un tipo de opción política cuyo centro de interés es de otro tipo y quizá de otro tiempo.

En segundo lugar un partido verde no puede alinearse con una ideología antisistema. El sistema en el que viven los países desarrollados (a diferencia del fascismo, el comunismo, el autoritarismo o el populismo) se basa en la libertad individual, derechos iguales, tolerancia mutua, libertad económica, sufragio universal, gobierno que se rige por la ley y un estado que interviene en la actividad económica para suplir los fallos del mercado y para ayudar a que exista una cierta igualdad social, sobre todo igualdad de oportunidades. Todos los gobiernos y estados de los países desarrollados utilizan ese sistema, poniendo más o menos énfasis en una medidas u otras y teniendo más o menos acierto a la hora de solucionar los conflictos y problemas que tienen las sociedades modernas.

El medio ambiente es un problema muy importante, crucial en el futuro cercano, pero que solo se puede y se debe tratar dentro del sistema. El nivel de desarrollo técnico que existe para afrontar el problema del medio ambiente es suficiente para poder listar un montón de medidas adecuadas a esos retos. Entre estas podemos decir cuáles son las que se deben tomar en función de sus costes y beneficios.

El sistema está preparado para asimilar el reto que plantea para el futuro de la humanidad el medio ambiente. Lo que hace falta es la voluntad y el acierto político de llevar a cabo las medidas necesarias y convenientes y si no se tiene éxito dejar que otras voluntades políticas rectifiquen los errores y perseveren en los aciertos.

La experiencia verde francesa, a pesar de tener un líder carismático como “Dani” ha sido paradigmática si la evaluamos como una opción para gobernar el país. Es cierto que se puede recoger un porcentaje de votos entre antisistemas y populistas, pero su opción de gobernar o de tener algún futuro político serio es nulo. Por el contrario, el reciente pragmatismo de los verdes alemanes les ha hecho obtener rendimientos políticos relevantes. Al final hay una cuestión clave, no es lo mismo recoger protestas, que plantear propuestas que sean coherentes.

Erradicar la Pobreza

Naciones Unidas define como pobreza absoluta o extrema la situación de las personas que viven con menos de 1.25 dólares diarios. En los países desarrollados se considera que una persona es pobre cuando vive con menos de 15 dólares diarios. Podríamos llamar a esta segunda pobreza relativa o pobreza social, en el sentido de que si bien la persona tiene una renta que en muchos países sería muy razonable, en el entorno social en el que se encuentra, su situación se puede definir como pobre. En este artículo me voy a ocupar de la primera, es decir, de la pobreza absoluta o extrema.

En el año 2000, un tercio de la humanidad (algo más de dos mil millones de personas) vivía en pobreza extrema. De hecho, N.U. marcó como su primer objetivo del milenio el disminuir, en quince años, esa cifra a la mitad. En el año 2010 se había conseguido el objetivo y aproximadamente mil millones de personas habían salido de la situación. Naciones Unidas se ha marcado el objetivo de reducir la pobreza de otros mil millones de personas antes del año 2025.

Las causas que produjeron la mejora de los diez primeros años del milenio fueron dos. El crecimiento económico mundial fue responsable de dos tercios de la mejora y las políticas o acciones redistributivas de otro tercio. 

La primera conclusión, por lo tanto, es que si queremos reducir la pobreza el factor más importante es el crecimiento. Desde ese punto de vista la globalización y el crecimiento consecuente de las años 2000/2010, tan criticados últimamente, han sido decisivos para conseguir ese objetivo. Es cierto que los países desarrollados se han hecho, en general, más desiguales. Pero también lo es que el mundo en su conjunto se ha hecho más igualitario y que mil millones de personas han salido de una situación desesperada.

Un hecho fundamental es que esa mejora se ha producido básicamente en los países asiáticos, sobre todo en India y China. África ha tenido una mejora marginal. Parece que los países con una estructura institucional más desarrollada crecen más rápidamente y aprovechan mejor el crecimiento que los llamados Estados fallidos. 

Parece igualmente claro que la mejor ayuda para mejorar la pobreza, dado que hay que crecer, son las políticas económicas adecuadas por parte del mundo desarrollado, la más importante de las cuales es sin duda la liberalización comercial. Es paradójico que la U.E. mantenga aranceles agrícolas a los productos africanos y luego mostremos gran preocupación por la superación de la pobreza.

En lo que se refiere a políticas o ayudas redistributivas, hay dos conclusiones generales. La primera es que no pueden ser medidas que frenen el crecimiento. Los impuestos o aranceles que recaudan ingresos para la redistribución no puede hacerlo frenando el crecimiento. En segundo lugar, las ayudas que se generan en los países desarrollados y que van a países con altos índices de pobreza no pueden ser contrarias al desarrollo económico del país. El ejemplo típico de este segundo caso es el envío de alimentos a países en dificultades, lo que baja el precio de los productos agrícolas en el país y hace que los agricultores tengan que abandonar la producción de alimentos que no sea para autoconsumo, lo que disminuye el crecimiento y hace al país permanentemente dependiente.

La ayuda para combatir la pobreza tiene unos efectos positivos para los países desarrollados, porque el donar es siempre bueno para el que dona, pero hay que conseguir que también sea bueno para los beneficiarios potenciales (que viven con menos de 1.25 dólares diarios). Para ello propongo algunas recomendaciones, todas ellas centradas en el concepto de ayuda efectiva. El gran problema de la ayuda humanitaria no es la malversación sino la ineficacia. No debemos obsesionarnos porque nuestras donaciones sean indebidamente apropiadas, sino porque no alcancen niveles de eficiencia adecuados. 

Las ONG no trabajan en el entorno de mercado, donde la competencia es el motor de la eficiencia, se mueven en un entorno poco competitivo donde las presiones para ser eficaces son más débiles. Es por tanto necesario generar mecanismos de mejora de gestión que hagan el papel de la competencia en el sector privado.

En primer lugar, y más importante, tenemos la responsabilidad del donante. Su acción no se acaba con la donación, tiene que tener otras dos características: la donación debe ser informada, es decir, existe un mínimo de inversión en tiempo para decidir a quién y cuándo donar. Por ejemplo, no siempre las emergencias son el mejor momento para hacerlo dado que es cuando todo el mundo dona y dado que la capacidad de gestión de las organizaciones de ayuda es limitada. Por otra parte, la donación debe seguirse, es decir, el donante debe pedir información (cuentas) a la ONG sobre cómo ha empleado su dinero y que impacto ha tenido. Ese seguimiento es crucial para que la ONG mejore su gestión. Es importante que esa presión venga de toda la sociedad (donantes particulares y empresas) y no sólo del sector público. Por esa razón es muy importante que las ONG tengan una proporción relevante de donaciones que provengan del sector privado sean individuos o empresas.

En segundo lugar, las ONG deben ser transparentes, es decir, deben mostrarse a las críticas de la sociedad para que ésta elija a las más eficaces y eso produzca una mejora del funcionamiento que beneficie a los receptores de las ayudas. Esa transparencia no debe referirse únicamente a la “honradez” de la organización, que en su gran mayoría se cumple, sino al aprovechamiento eficaz de los recursos que los donantes le han entregado.

Debemos abandonar la idea de que si trabajamos para ayudar a los demás, hemos cumplido. Las buenas intenciones pueden ser suficientes a nivel individual, pero no lo son a nivel institucional. Los integrantes de una ong no solo deben o pueden tener buenas intenciones, tienen la obligación de gestionar los recursos que la sociedad les pone en su mano de una manera eficaz. En otro caso, su labor será buena para ellos, pero es negativa socialmente y puede serlo para los potenciales receptores de las ayudas.

Las ayudas deben tener continuidad. Es mejor ser prudente y asegurar un programa de ayuda limitado, pero que permanezca hasta alcanzar sus objetivos, que iniciar programas ambiciosos que quedan en vía muerta por falta de fondos. Es altamente probable que la construcción de un ambulatorio, en un lugar necesitado, que hay que abandonar por falta de fondos a los seis meses, sea negativa para la población. Estarían mejor si no hubiéramos hecho nada.

Por último, si queremos ser eficaces con la ayuda, hagámoslo en países con un mínimo de estructura institucional. Si queremos ayudar a un país desestructurado, lo mejor que podemos hacer en muchos casos es ayudar a que se estructure. 

La erradicación de la pobreza se basa en el crecimiento económico. La ayuda de los países desarrollados juega un papel y es importante para nosotros porque es nuestra acción solidaria directa. Para que sea útil tiene que ser eficaz y eso depende tanto de la responsabilidad de los donantes como de las personas que trabajan en las ONGs.

Lehman y Grecia: Otro Punto de Vista

Publicado en el diario Expansión el 1 de marzo de 2013

Parece haber un consenso sobre el paralelismo entre la posible salida de Grecia del Euro en el 2015 y la quiebra de Lehman Brothers en el 2008, en el sentido de que así como el caso Lehman disparó la crisis de los riesgos sistémicos, la salida de Grecia dispararía la crisis de los PIGS, que acabaría con el Euro.

Quiero argumentar tentativamente que si bien el paralelismo puede ser acertado, sirve para defender la posición contraria al consenso, es decir, la quiebra de Lehman es lo que permitió justificar el rescate de todos las demás entidades financieras y, por tanto, la salvación del sistema y la salida de Grecia sería favorable para que el Euro sobreviva.

Primero Lehman. El sistema de mercado está fundamentado en algunas reglas básicas. Una de ellas es que se premia el mérito, otra que el que toma una iniciativa empresarial y tiene éxito, prospera y el que se equivoca sufre una pérdida. Cuando estas dos reglas se incumplen gravemente, el sistema deja de tener sentido, al igual que no lo tendría pretender jugar al futbol dentro de una piscina. El sector público modera los excesos en ambos casos mediante unos impuestos progresivos y vigila que en el caso de entidades que plantean un riesgo sistémico, esas equivocaciones (cuyas consecuencias son las quiebras) se solucionen de forma negociada.

En el 2008, la burbuja financiera era de tal calibre que solo era cuestión de tiempo el que se produjese el cataclismo. El sistema no puede, ni podrá, equilibrar una situación como la que se había producido. (Otra cosa es que se pueda evitar que se cree esa situación). La quiebra de Lehman disparó la necesidad de la intervención del sector público y permitió que las autoridades económicas tuviesen una fuerte justificación para salvar, a costa de que el contribuyente corriera con el riesgo, al resto de entidades en peligro. Si no se hubiese dejado quebrar a Lehman, el sentido de toda la operación de salvamento habría hecho temblar los cimientos lógicos del sistema financiero. No se puede defender que con muchas entidades "sistémicas" ninguna pueda quebrar, de hecho en ese caso lo que es un problema sistémico es el conjunto de entidades, no cada una de ellas.

Ahora Grecia. Un área monetaria necesita cumplir ciertas condiciones para sobrevivir. Movilidad grande de factores, dinero, trabajo, capital, etc., provisión más o menos homogénea de servicios públicos, sanidad, educación, etc. una autoridad monetaria central y un sistema fiscal y presupuestario armonizado. El ejemplo es Estados Unidos.

Cuando se crea el Euro, ese no es el caso. Los europeos somos heterogéneos. Sin embargo, se crea el euro después de años de unión comercial y económica, porque nos va a obligar a homogeneizarnos, al menos en algunos aspectos, y eso se considera una ventaja económica pero también social y política. Por eso no se contempla un mecanismo de salida. De esta forma los países están irrevocablemente comprometidos a converger.

Por razones conocidas, diez años después constatamos la evidencia de que no hemos conseguido cumplir esas necesarias condiciones, al menos totalmente, y hay ciertos países retrasados. El euro está en peligro. Desde el punto de vista de los intereses de los que quieren que el euro sobreviva, el análisis de si es mejor que Grecia salga o se quede se basa en la respuesta a dos cuestiones.

En primer lugar la convergencia rápida es una necesidad para que el euro no desaparezca. ¿Es más probable que los mediterráneos tomemos las medidas necesarias sin Grecia en el sistema o con Grecia dentro? Creo que la presión en el grupo de retrasados es más grande cuando el farolillo rojo abandona la carrera. Mientras esté Grecia dentro del euro, tanto Francia como Italia y otros podrán argumentar que no hay tanta prisa en las reformas dado el retraso de un miembro del grupo. En segundo lugar, la supervivencia del euro, como de casi todo, es más probable cuando los agentes implicados creen que va a sobrevivir, es bien sabido que en estos casos las expectativas tienden a autocumplirse. ¿Es más probable que los mercados internacionales crean que el euro sobrevivirá, con Grecia dentro o con Grecia fuera? Creo que la relativa indiferencia con la que las divisas y las bolsas (excluyendo a Grecia) han reaccionado a la negociación de la deuda griega y a las declaraciones de unos y otros, indican que la preocupación por la posible salida de Grecia del sistema es baja, lo cual debería significar que, si ese fuese el caso, los mercados no reaccionarían pensando quien será el siguiente, sino que el euro ha salido fortalecido.

La salida de Grecia aceleraría la convergencia de los demás y permitiría suavizar el dilema entre las políticas de ajustes, necesarias para converger, y las políticas expansivas necesarias para crecer. Sin Grecia la presión que sufrirían Italia y Francia para implementar las reformas sería mucho mayor, lo cual permitiría casi automáticamente iniciar políticas expansivas que facilitasen el crecimiento y que volvieran a poner en valor el sueño europeo.

Sensaciones Personales y Proposiciones Empresariales

Conferencia Especial en el Executive MBA Dirección de Organizaciones de Servicios Profesionales 2010 - 2011.

Tras unos cuantos años dedicados intensamente a una actividad, suelen quedar, en la cabeza del que ha tenido esa experiencia, una serie de conceptos de carácter abstracto que son las esencias subjetivas de lo que se ha vivido.

Esos conceptos son subjetivos, están referenciados a un contexto y por su generalidad son imposibles de verificar o falsar, siendo en ese sentido a científicos. Parece por tanto que excepto por su valor como recuerdo, su utilidad debe ser escasa.

Yo he tenido la suerte de que los editores de este volumen han tenido a bien pedirme que escriba mis esencias, tras la experiencia vivida en AB Asesores durante los quince años que duró esa aventura. A ello dedico agradecidamente las siguiente paginas que son ordenadas en una proposición inicial y cinco proposiciones principales.

Proposición inicial:

No hay ninguna regla que sea de aplicación continua y generalizada. De hecho ni siquiera esta regla es de aplicación continua y generalizada.

En la actividad empresarial pura, es decir en la actividad donde la originalidad y el riesgo se deben mezclar con la estrategia, el sentido común y la gestión diaria, no existen recetas generalmente aplicables, o lo que es lo mismo, sólo el criterio y el buen juicio del empresario o del grupo de empresarios es de utilidad. El empresario puro es un artista que va a crear una obra maestra. El éxito de esta depende básicamente de su originalidad, y es obvio que no pueden existir reglas para la originalidad.

Ese buen criterio que se muestra decisivo, tiene mucho más de intuición, sentido común y formación generalista que de técnicas de gestión, experiencias vividas o memoria.

La actividad empresarial pura es propia de la juventud puesto que es creativa y al igual que en la ciencia, en la filosofía o en el arte, la máxima originalidad se produce en general al principio del ciclo vital. Después los empresarios acumulan experiencia y conocimientos y se convierten en empresarios – gestores, donde las reglas matizadas por el criterio producto de la experiencia inteligente, van siendo más aplicables.

En realidad las reglas sólo son aplicables en el caso de los gestores puros, que han perdido las necesidades de originalidad de la actividad empresarial, y las han sustituido por necesidades de organización, gestión de recursos, gestión de las relaciones con accionistas, consejeros, empleados, etc... todas esas actividades con llevan un conjunto de restricciones a las que está sometida la actividad del gestor. En estos casos si puede ser útil la definición de mecanismos semiautomáticos (reglas) para tomar decisiones.

Proposición primera:

La suerte es el factor más importante en el éxito empresarial. Esta se refleja fundamentalmente en dos aspectos.

En primer lugar en el timing. El momento en que se inicia una actividad o el momento en el que se decide expandirse o diversificarse es decisivo para el éxito. Con un timing prefecto alguien puede fracasar, pero con un mal timing nadie puede ser exitoso. Pues bien el timing es básicamente cuestión de suerte. Como decía el filosofo “es muy difícil predecir, sobre todo el futuro”. Si además de predecir lo que va a suceder y cual es por tanto la mejor línea de actuación, tenemos que acertar en qué momento van a materializarse las situaciones y en que momento debemos actuar, es recomendable cruzar los dedos y confiar en la fortuna.

También la suerte es clave en esos momentos que se producen ocasionalmente en cualquier aventura empresarial, en los cuales una situación que parece inocua se convierte después en un peligro critico para la supervivencia de la empresa. En muchas ocasiones las acciones que hemos tomado antes de que el peligro fuera crítico, son las que determinan que luego podamos superar este o que nos arrastre al fracaso. Me parece claro que esas decisiones tomadas en un momento trivial y por tanto sin particular énfasis ni reflexión, solo nos salvaran o nos hundirán en función de la suerte que tengamos.

Esta proposición no pretende eliminar el merito del empresario, sólo pretende mostrar que como mínimo hay que dividirlo por dos.

Proposición segunda:

Una línea estratégica clara y bien definida es condición necesaria para el éxito empresarial. Todas las empresas generan naturalmente mecanismos para destruir esa estrategia.

La línea estratégica es la columna vertebral de cualquier empresa. Cuando una organización tiene claro cual es su objetivo a largo plazo, se facilitan enormemente las miles de decisiones diarias que tienen que tomar la mayoría de sus miembros y se consiguen ahorrar retrasos, contradicciones y muchas horas y esfuerzos de coordinación que en otro caso serían imprescindibles. La claridad en la estrategia es un trasmisor de información automático y descentralizado, que consigue que las instituciones funcionen con una gran eficiencia.

El tener una línea estratégica significa tener que elegir entre varios caminos de los que al menos dos tienen un balance esperado positivo. Obviamente sólo hay elección entre A Y B cuando tanto A como B tienen un saldo de costes y beneficios favorable. El hecho de elegir A en vez de B significa eliminar los costes y los ingresos que supone B.

Todas las organizaciones, una vez elegida la línea estratégica A, tratan de no perder los ingresos que supone B. Según se consigue no perder los ingresos de B, desaparece automáticamente la línea estratégica, de tal forma que es equivalente el que una organización consiga eliminar el coste de elegir A en vez de B, y el que no tenga línea estratégica.

Pongamos un ejemplo. Uno de los dilemas clásicos en las organizaciones es si estas deben tener internamente una cultura cooperativa o competitiva. Una cultura cooperativa significa mayores sinergias internas y una cultura competitiva más facilidad para renumerar objetivamente los resultados de los diversos empleados. Es bastante habitual que las empresas elijan estratégicamente una cultura cooperativa, pero que luego tenga sistemas de renumeración que generen competencia interna, es decir, tratan de tener el mejor de los mundos. Esa es la definición de una organización sin línea estratégica.

La opción estratégica A tiene un coste (el no haber elegido B) y, o pagamos ese coste o no tenemos estrategia.

Proposición Tercera:

Conferencia Especial

En condiciones normales1 los miembros de una organización respetan las reglas de comportamiento que están implícitas en la cultura empresarial que ha marcado la dirección, siempre y cuando esa cultura sea seguida por la dirección de forma consistente.

Los órganos directivos de una empresa o el grupo empresarial que la ha constituido o ambos tienen la posibilidad de crear cualquier entorno cultural para su organización. Este puede ser internamente agresivo o cooperativo o competitivo, puede tener un sistema de asunción de responsabilidades descentralizado o centralizado, puede tener una cobertura enorme de beneficios sociales colaterales o no etc...

Sea cual sea la cultura que se haya definido los empleados de la empresa, en general tendrán un comportamiento acorde con las reglas implícitas que con lleva esa cultura. Si por ejemplo el entorno de trabajo es tal que a cambio de una estabilidad razonable en el empleo, se invierte en procesos de formación intensos, los empleados sólo abandonarán la empresa por razones graves o justificadas, dando unos periodos transitorios de sustitución dilatados y con un sentido corporativo con la empresa que dejan, que perdurará en sus nuevos empleos. (Lo cual tiene un valor extraordinario). La organización tiene en su mano que cultura quiere tener, pues los empleados aceptaran las reglas de esa cultura.

La condición para que se cumpla esta proposición es que la organización sea coherente y también cumpla las reglas culturales que define. Los problemas en general no surgen porque los empleados se aprovechen de los beneficios de una reglas y no acepten sus costes u obligaciones. Los problemas suelen venir porque la dirección no cree en sus propias reglas o al menos no quiere pagar el coste que estas suponen en ciertos momentos. Esa falta de consistencia hace que se rompa el contrato implícito que hay dentro de la organización, que surjan los conflictos y a medio plazo la falta de identidad cultural.

Esa aceptación que permite al empresario definir una cultura empresarial cualquiera se produce por la teoría del anclaje, según la cual los seres humanos nos anclamos a una referencia que en general viene dada externamente y sólo nos movemos en un entorno cercano a esa referencia2. Si nosotros impulsamos inicialmente una cultura interna cooperativa, la mayoría de los trabajadores terminaran comportándose de una forma poco competitiva, siendo también posible lo contrario es decir con los mismos empleados, el conseguir una cultura internamente competitiva.

Los órganos directivos de una empresa puedan definir la cultura que quieran y que sea aceptada por los empleados, solamente con la condición de que sean consistentes en su aplicación.

Proposición Cuarta:

No hay nada más práctico que una buena teoría. La mayoría de la actividad empresarial tiene lugar en entornos cambiantes, en muchas ocasiones novedosos y con mercados en fuerte desarrollo. En esas condiciones , el que los recursos humanos tengan una formación generalista y teórica es mucho más efectivo que el que sean especialistas o tengan una gran experiencia en el sector.

Las personas que tienen algún tipo de responsabilidad ligada al negocio, se enfrentan a situaciones nuevas tanto desde el punto de vista tecnológico como comercial, y para enfrentarse a ellas es clave el tener una formación sólida y generalista. La práctica que proviene de la experiencia es en estos casos ( y en casi todos) menos útil que la formación teorica, aunque sólo sea porque la teoría no es más que la abstracción meditada de la experiencia de gentes mucho más numerosas e inteligentes que uno mismo.

La experiencia es útil cuando necesitamos una actividad de carácter repetitivo ( por conocida) y que se realiza dentro de unos parámetros bien definidos y recurrentes. Esas son las características contrarias a lo que es la actividad empresarial, puesto que esta se basa en la originalidad, el enfrentarse imaginativamente a retos nuevos y el controlar la ejecución de instrucciones en entornos cambiantes. En este tipo de actividades los teóricos generalistas, con un buen coeficiente de adaptación darwiniana, son insuperables.

Proposición Quinta:

La actividad empresarial es solitaria. Los amigos son los mercados, que por definición son impersonales. Es muy importante, en esta línea, el concepto de socio, porque es la única forma práctica de paliar esa soledad.

Hay dos perversiones habituales relacionadas con este principio. La primera consiste en buscar acuerdos y asociaciones en los que el empresario busca la sensación de protección y compañía, pero que se saben completamente inútiles, desde el punto de vista operativo. Es muy habitual en los proyectos empresariales el llegar a intercambios de información o de producto, proyectos comunes poco precisos, canjes accionariales y otro tipo de acuerdos, con los que se trata de paliar la soledad, la frialdad y la dureza de la lucha con los mercados, que es en realidad donde se juega el éxito o el fracaso del proyecto empresarial. Un caso típico es el de la empresa prometedora que le vende una participación en su capital a un gran consumidor de su producto para asegurarlo como cliente, con el resultado conocido de que pierde el cliente y genera un problema accionarial.

Todas estas pseudo estrategias se suelen desvelar inútiles, consumidoras de energía y decepcionantes. Casi todas ellas vienen provocadas por la necesidad imperiosa de tratar de evitar el enfrentamiento con el sitio donde esta el negocio, es decir con el mercado.

La segunda perversión es la de fijarse continuamente en la competencia. En las actividades que tienen lugar en mercados en crecimiento lo que haga la competencia es irrelevante. El crecimiento futuro de este asegura una buena rentabilidad, sólo con que nosotros lo hagamos bien hagan lo que hagan los demás. En esos casos el mirar a la competencia es despilfarrar recursos y disminuir la posibilidad de ser lideres o al menos de tener nuestra cultura - estrategia propias. Sin embargo se cae muy a menudo en esa tentación porque el estudio y comparación con la competencia nos da una referencia y una compañía que nos conforta.

Como he comentado antes la mejor medicina para prevenir estas perversiones, que nos pueden conducir por caminos decepcionantes, es el socio. Me da la impresión que de hecho la mejor aportación mutua de los socios es el apoyo y la compañía que se hacen, lo que ayuda a sobrellevar la soledad implícita en las aventuras empresariales.

1 Esta proposición no es cierta si por ejemplo la empresa está en quiebra.

2 Cuando en una negociación alguien dice la primera cifra, establece una referencia que condiciona el precio final que se acuerde.

Consejeros Independientes

Publicado en el diario Expansión el 23 de noviembre de 2003.

Me parece positiva la proliferación de comisiones de trabajo sobre el buen gobierno de la empresa. Con toda seguridad, y con toda razón, una de las conclusiones a la que todas van a dedicar más recomendaciones es al nombramiento, objetivos y características de los llamados consejeros independientes. La primera pregunta que me surge se refiere al adjetivo independiente.¿Independiente de qué o de quién?. Se puede pensar que la independencia se base en que el consejero aplique estrictamente su propio criterio sin atender a ningún otro condicionamiento ni interés. También puede ser independiente del equipo ejecutivo (como un apoyo a la solución del clásico problema gestión-propiedad), o puede ser independiente del accionista mayoritario o del núcleo duro, en el sentido de no representar los intereses de éstos, o puede ser independiente de los accionistas en general y representar los intereses de los sindicatos o de los clientes o de los proveedores ,o incluso puede ser independiente de todos ellos y representar los intereses generales de la sociedad como una posible implementación del concepto de responsabilidad social de la empresa. A mí me parece que el sentido del concepto de consejero independiente se centra en representar, aplicando su propio criterio, los intereses de aquellos accionistas que ni son ejecutivos, ni mayoritarios, ni son núcleo duro, ni ejercen control sobre la compañía. Creo que el consejo debe representar a la propiedad y por tanto un consejero 9 independiente debe representar a algún grupo de accionistas. También creo que el problema a resolver es 'la representación de los accionistas "anónimos", que es de donde surge la justificación de la existencia del consejero independiente. La segunda pregunta a responder podría centrarse en las "características" deseables que debe cumplir ese consejero. Se me ocurren tres, aunque la esencial es la tercera. El 9 consejero debe ser una persona de reconocido prestigio ( es importante que ponga en juego cierta reputación) y criterio propio (no puede ser tímido o pusilánime). El consejero debe tener una remuneración que le incentive pero que al mismo tiempo no hipoteque su independencia. ( No puede ganar ni cinco mil, ni quinientos mil euros al año). Por último, tiene que ser nombrado bajo la influencia del accionista anónimo a quien va a representar. Excepto en casos extraordinarios es dificil aceptar, en el sentido defendido en este artículo, que alguien nombrado libremente por el Presidente de una sociedad anónima es un consejero independiente. La clave de que los consejeros 9 independientes sean positivos para el buen gobierno de la empresa es cómo se nombran. La única forma practica de atacar el problema de ese nombramiento es mediante la implicación de las instituciones de inversión colectiva que gestionan la propiedad accionara) de esos accionistas anónimos. Obviamente estoy refiriéndome a los fondos de inversión, fondos de pensiones y demás instituciones de inversión colectiva. Solo éstos son interlocutores prácticos a la hora de influir en la composición del consejo, pues es claro que los costes de transacción a los que se enfrenta el accionista individual, que son los que generan el problema de la agencia, hacen impracticable otra solución. 7 1 

 

Responsabilidad Social Corporativa

Publicado en el diario Expansión el 28 de noviembre de 2002.

 

It is not from the benevolence of the butcher, the brewer, or the baker, that we expect 4 our dinner, but from their regard to their own interest. 
A. Smith.


¿Debemos esperar de los valores éticos o morales del presidente, de los consejeros o de los gestores de las grandes corporaciones, el desarrollo de la responsabilidad social de la empresa (RSE)? ¿Dónde radica el origen de las razones para que las empresas se comporten responsablemente? La cita de A. Smith nos dice que es el propio interés lo que impulsa el desarrollo económico, sin embargo, sería ética y estéticamente más atractivo que fuese nuestra benevolencia, el origen de ese movimiento. En el caso de la pregunta que inicia este artículo pienso no sólo que el origen de la RSE tiene otras raíces, sino que es deseable que así sea. El objetivo de la empresa es maximizar el beneficio de sus accionistas. Los consejeros y los gestores deben trabajar para que se consiga ese objetivo. En general los accionistas exigen que la empresa maximice el valor de sus acciones cumpliendo la legalidad, pero no dan un mandato concreto sobre la política de personal, la protección del medio ambiente, la higiene y la seguridad en el trabajo, etc, al igual que no lo dan sobre la gestión del cash-flow o del almacén o de los sistemas informáticos. El que se maximice el beneficio cumpliendo la legalidad pero sin un mandato especifico sobre el tipo de temas anteriormente citados, entre ellos la RSE, no quiere decir que no sean relevantes para la empresa. De hecho, los gestores y consejeros deben conseguir que se acometan eficientemente todas esas actividades. La maximización del beneficio implica, entre otras muchas cosas, una política de empleo atractiva y una empresa en sintonía con la sociedad, moderna y abierta, porque esa es la única forma de atraer a los mejores profesionales. Igualmente una política medioambiental correcta o una dedicación especial a armonizar la actividad empresarial con el entorno social harán que los clientes de la empresa sean más fieles, que soporten mejor posibles deficiencias temporales en el producto e incluso que se consigan nuevos clientes. También la relación con los proveedores será mejor si éstos perciben que su aportación se incorpora a un producto con una buena reputación en el mercado y por tanto en la sociedad. Incluso una buena reputación social puede conseguir una financiación más barata a través de los mercados de capitales, bien con ampliaciones de capital o bien con emisiones de bonos. (Como lo prueba el desarrollo de los fondos éticos). Las empresas que operan en mercados transparentes sólo pueden maximizar el beneficio internalizando en su operativa las preferencias de sus trabajadores, de sus clientes y de sus financiadores. Son por tanto las decisiones de todos estos agentes las que obligan a 1 los gestores y a los consejeros a ser socialmente responsables porque en otro caso no maximizarán el beneficio. 

 

Solidaridad

Publicado en el diario Expansión el 12 de noviembre de 2002.

La real Academia define solidaridad como "La adhesión a la causa de otros". Cuando hoy decimos que alguien es una persona solidaria le añadimos a esa definición un componente moral, de tal forma que no sólo decimos que alguien se ocupa de lo de los demás sino, que es "bueno" comportarse así. La evaluación de comportamientos solidarios tiene por tanto dos partes, la primera es si nuestro afán por los demás es efectivo para los fines que se pretenden. La segunda, que en general damos por supuesta, es nuestro "buen" comportamiento social.

Sin embargo la ayuda al prójimo no conlleva necesariamente un componente moral. Si alguien es obligado taxativamente a ayudar a los demás, su comportamiento no tiene valor moral, aunque desde el punto de vista práctico pueda ser muy útil. La libertad en la acción es un requisito imprescindible para que hoy podamos definir a alguien como solidario.

Igualmente tendría escaso valor moral que alguien se denominase solidario porque reclame que otra persona o institución ayude a los demás. Tampoco daríamos el mismo valor moral a alguien que colabora directamente con la ayuda al prójimo, que a alguien que exige que sea el Estado el que colabore.

El máximo del valor "moral " de la solidaridad lo conseguiría alguien que libremente y con sus propios recursos, ya sea esfuerzo personal o ayuda financiera, se interesa por el bienestar de terceras personas con quienes no tiene ninguna obligación.1

Estas consideraciones vienen al caso del contencioso sobre el tratamiento médico del SIDA en los países subdesarrollados. Esta discusión se ve influenciada por el papel moral que se arrogan aquellos que reclaman a las compañías farmacéuticas que sean solidarias y reduzcan por tanto el precio de sus fármacos para estos paises.

No consigo ver la solidaridad de los que exigen, sin aportar su dinero ni su esfuerzo (excepto en lo que se respecta a la ¡protesta!), a otros estados o empresas, que ayuden a los demás. Tampoco veo el valor moral de las farmacéuticas que terminen cediendo a esas exigencias porque les convenga para su imagen comercial en los paises desarrollados.

Si dejamos de lado por el momento los factores morales, la discusión queda reducida a la forma más efectiva de ayudar médicamente al Sur. Al obligar a las farmacéuticas a ceder sus derechos por razones humanitarias, aunque esta cesión se produzca "voluntariamente" por razones comerciales, estamos hipotecando gravemente el futuro de la investigación de enfermedades que afectan al Tercer Mundo. Después de la experiencia con el SIDA es dificil ver el interés de las empresas en investigar, por ejemplo la malaria; enfermedad de poco peso en los paises del Norte.

1. Es dudoso que llamásemos solidario a alguien que se interese por sus hijos o sus padres.

Mercado y Cambio Social

Publicado en el diario El Mundo el 11 de febrero de 2000.

La economía de mercado se ha convertido en el paradigma de organización económica del mundo desarrollado. Es un status algo sorprendente porque es un tipo de estructura económica que no es obvia ni intuitiva. Quizás esto explica que cuando se argumentan pros y contras sobre el sistema de mercado se aminoren algunas características importantes y se centre sistemáticamente la discusión en tres aspectos básicos.

La eficiencia para utilizar recursos y producir un máximo de bienes y servicios, quizás el menos discutido de sus atributos, se pone en cuestión porque los precios de los bienes no recogen en muchos casos valores medioambientales, ecológicos o que permitan un crecimiento viable a medio plazo.

La asociación de libertad económica con libertad política y humana, y en un aspecto más concreto con el sistema democrático, se minimiza argumentando que si bien en el mercado los individuos son libres, la desigualdad de posiciones para competir convierte esa libertad en algo meramente formal.

La justicia de la distribución de renta y riqueza que produce el mercado, quizá su aspecto más criticado, se ataca por no tener en cuenta ni la desigualdad inicial de recursos ni las necesidades de los seres humanos. Se implica que el mercado premia unas capacidades que ni son justas en su origen ni son la única pauta por la que debe regirse la distribución del producto social.

El status del mercado y de sus defensores es caracterizado como «pensamiento único», mientras que podríamos calificar los negativos argumentos de los atacantes como de su «único pensamiento».

Movilidad

Un argumento de defensa del mercado no utilizado es el de la movilidad. Nunca en la Historia ha existido una organización económica que provoque internamente, la movilidad entre clases sociales, grupos, estructuras de renta y riqueza, que genera el mercado. Es cierto que las revoluciones provocan una enorme movilidad social, pero en general suponen el cambio de una clase (aristocracia en el caso ruso) por otra (los soviets). Una vez asentada esta nueva clase las rigideces que impiden la movilidad social siguen siendo grandes.

En nuestro caso esa movilidad se genera internamente por el carácter competitivo y la transparencia estructural que exige el buen funcionamiento del mecanismo del mercado. En los países desarrollados, y cuanto más desarrollo más aguda es esa movilidad, las barreras objetivas a ascender o descender en la clasificación social de los seres humanos son más pequeñas que nunca. No sólo es que las personas brillantes, voluntariosas o afortunadas pueden partir de una situación anodina para convertirse en líderes sociales, también el mantenimiento de la riqueza (y con él el status social) en caso de individuos incompetentes o perezosos, se ha hecho mucho más difícil.

Esta sumamente deseable característica la genera sin duda el sistema impositivo, pero mucho más la esencia de competencia abierta del propio modelo económico. De hecho si cogemos la lista de las 350 personas más ricas del mundo en 1988 y 1998, sólo se mantiene, después de esos 10 años, la tercera parte.

La esperanza que genera el que el progreso dentro de una sociedad esté razonablemente ligado al mérito personal actúa de efecto compensador de la injusticia que puede llevar implícita la desigualdad económica existente.

Finalmente, la movilidad mejora claramente la eficiencia del funcionamiento del mercado, lo que supone un nivel de bienestar estrictamente superior a de otros tipos de estructura económica.

 

El Estado del Bienestar

Publicado en el diario El Mundo el 28 de diciembre de 1993.

La crisis de las finanzas públicas, de carácter terminal sólo a medio plazo, ha provocado que se inicie un debate hasta ahora muy superficial sobre el alcance posible del Estado de Bienestar. Con seguridad (según se acerque la bancarrota pública) el debate se hará más profundo, pues se pondrá en cuestión no sólo lo que es posible, sino también lo que es deseable en lo que respecta a los llamados derechos sociales.

Un aspecto básico del debate será la diferenciación entre los que denominaré derechos «naturales» y los que denominaré derechos «contractuales», formando ambos el conjunto de derechos que se recogen en la mayoría de las constituciones.

Es generalmente reconocido que todos los seres humanos tenemos derecho a la vida, a pensar libremente, a no ser discriminados por razones de raza o religión, etcétera.
Estos derechos no implican una contraprestación por parte de nadie sino simplemente la obligación de los demás de no conculcarlos. Por ejemplo, nadie tiene obligación de ayudarme a pensar libremente, sólo existe la obligación de «no» perjudicarme por razones de opinión.

OTROS DERECHOS. En nuestro cuerpo legal se recogen otro tipo de derechos, derecho a la vivienda, a la educación, a la sanidad, a una pensión... que son cualitativamente distintos de los anteriores, pues suponen la obligación «contractual» de alguien de proveer los bienes o servicios que nos permiten disfrutar de esos derechos. Un ejemplo de esta diferencia es el constitucionalmente reconocido derecho al trabajo. Este derecho tiene una acepción «natural» y otra «contractual». La primera significa que nadie puede impedirme trabajar por razones de raza, religión, opinión, etcétera. La segunda significa que si yo tengo derecho a trabajar alguien tiene la obligación de proveerme de un trabajo.

El Estado juega un papel generalmente aceptado en la defensa de los aquí llamados derechos «naturales». La Policía debería defenderme del que quiere atentar contra mi vida.

El problema se plantea con los derechos «contractuales». ¿Es obligación del Estado proveer de trabajo a los ciudadanos? Los derechos «contractuales» pueden responder a una cotización o aportación previa o simultánea, como pueden ser las cotizaciones a la Seguridad Social.

En ese caso ¿por qué debe ser obligatorio que el Estado sea una de las partes contratantes? En caso de que esos derechos «contractuales» existan, independientemente de la aportación individualizada, lo cual justifica en parte la presencia del Estado como contratador, se plantean dilemas éticos y de disponibilidad de recursos de difícil solución.

Dejando aparte la discusión sobre los efectos en la eficiencia del funcionamiento de la economía de esta última posibilidad, uno de los problemas que agravan su viabilidad es la inmigración. ¿Es justo que un trabajador polaco o marroquí no pueda desplazarse para residir y trabajar en España? Si no lo es para él, ¿por qué sí va a serlo para otros ciudadanos que pueden estar en condiciones similares a las suyas desde el punto de vista de cotizaciones? ¿Es posible mantener con una presión inmigratoria importante el nivel de contraprestaciones estatales actual?

PROBABILIDADES. En mi opinión, los aquí llamados derechos «naturales» y derechos «contractuales» son distintos y creo que la emigración o la libertad para, a medio plazo, trabajar y residir donde se quiere es un derecho de los aquí llamados «naturales».

Frenar a medio plazo la tendencia migratoria actual por la restricción presupuestaria que supone la generalización de los derechos «contractuales», me parece que es invertir el orden de prioridades.

Lo posible e incluso lo deseable moralmente no es históricamente constante, por lo tanto no tiene sentido dar respuestas a estas preguntas más allá de un entorno español razonable.

Creo que la salida a este dilema pasa por combinar una protección exhaustiva de los derechos «naturales» con una provisión posible de bienes por parte del Estado que permita una satisfacción de mínimos vitales de los derechos «contractuales».

Por encima de unos mínimos, cada ciudadano debe tener la opción de contratar los bienes o servicios que satisfagan sus derechos «contractuales» libremente.

Cualquier otra solución que suponga un compromiso superior del Estado para cubrir esos mínimos, no será posible ni moralmente deseable a medio plazo, pues implicará, en caso de que se intente, cerrar opciones, como la inmigración, que supondrán un coste social superior. 

 

Devaluación y Convergencia

Publicado en el diario El País el 11 de marzo de 1993.

El articulista señala que si se controlara el déficit público y se moderase el crecimiento salarial, el Gobierno no objetaría bajar los tipos de interés, y probablemente no se produciría una depreciación de la peseta, dadas las expectativas que esa situación generaría en los agentes económicos.

Definiciones. Los incrementos de producción de bienes y servicios son buenos. La inflación y el paro son malos. La convergencia europea trata de conseguir cosas buenas y de minimizar cosas malas. Algunos de los objetivos que marca la convergencia son directamente buenos, como el unificar tasas de inflación bajas; otros tratan indirectamente de ayudar a conseguir aquéllos, como déficit públicos decrecientes o niveles de endeudamiento público moderados.

Tesis (Gobierno). La convergencia es buena para la economía española, y para alcanzarla debemos articular una política económica que controle la inflación (tipos de interés altos), disminuya el déficit público y consiga mantener un nivel bajo de paro (los salarios reales deben crecer poco).

Antítesis I (sindicatos). La convergencia no se puede alcanzar a cualquier coste. Esto implica dos posturas.

La política económica del Gobierno produce un coste, que se mide en términos de paro, pues los altos tipos de interés desincentivan la inversión, la disminución del déficit público hace caer la demanda y los salarios tienen poco que ver con el empleo.

En segundo lugar, la convergencia tiene unos costes que no compensan sus beneficios.

Sin entrar en la crítica a la política económica, creo que esta segunda postura es incorrecta. O bien los objetivos directos e indirectos de la convergencia son malos, lo cual parece difícil cuando todos los países de Europa están de acuerdo en que les gustaría cumplirlos, o bien nosotros estamos en una situación en la que acercarnos a los demás tiene un coste que no podernos pagar ahora.

Acercarse o alejarse

Pero si no podemos acercarnos, probablemente nos alejaremos, y si los objetivos de la convergencia son buenos, estaremos peor que al principio, con lo que será mucho más costoso acercarnos, etcétera.

Antítesis II (varios). Se aceptan las definiciones y parte de la tesis (en concreto, que la convergencia es buena). Se acepta también que los salarios deben crecer poco para generar empleo y que el déficit debe disminuir, pero se difiere en lo que respecta a los tipos de interés y a la política de tipo de cambio.

En este caso, se argumenta que tipos de interés más bajos incentivarán la inversión y depreciarán la peseta, lo cual es bueno, pues se harán más competitivas las exportaciones y se equilibrará la balanza por cuenta corriente. Si se simultanean estas medidas con una contención salarial y con una disminución del déficit público, podemos alcanzar la convergencia creciendo más y con menos paro que con la tesis antes expuesta.

Conclusión

Creo que si se controla el déficit público y se modera el crecimiento salarial, el Gobierno no tendría ninguna pega en bajar los tipos, probablemente sin que se produjese una depreciación de la peseta, puesto que las expectativas que generaría esta situación, en los agentes económicos, dejaría a nuestra moneda cómodamente dentro de la banda actual del SME.

El problema está más bien en cómo maximizamos la probabilidad de ser capaces de disminuir el déficit y controlar los salarios. La postura del Gobierno es que el anclaje de la peseta en el SME es políticamente fundamental para maximizar esa probabilidad y, por tanto, que se debe pagar el coste de tipos de interés altos hasta que se consiga controlar el déficit y los salarios.

La postura contraria supondría un beneficio a corto plazo, pues tipos más bajos y una peseta débil son claramente expansivos; sin embargo, el riesgo aumentaría, pues la probabilidad de moderar déficit y salarios disminuiría, y si no se consigue, tesis y antítesis II estarían de acuerdo en que la situación será catastrófica.

Creo que, aunque no esté de moda, la tesis tiene razón.

 

Keynes, 100 años después

Publicado en el diario El País el 5 de junio de 1983.

Hoy, 5 de junio de 1983, se cumplen 100 años desde la fecha del nacimiento de John Maynard Keynes, sin duda el economista más importante de este siglo por sus aportaciones teóricas y su influencia en la dirección de la política económica seguida por los Gobiernos occidentales . También se cumplen 50 años de la publicación de su ensayo Autosuficiencia nacional. En medio de la depresión. de los años treinta, se interrogaba Keynes sobre cómo sustituir el capitalismo del dejar hacer, dejar marchar y de la supervivencia de los más aptos por un sistema económico más humano y eficiente. El capitalismo liberal, estaba en la raíz del caos económico imperante. Para remediar sus consecuencias, Keynes proponía en aquel ensayo una doble alternativa. El Estado debería, en primer lugar, adoptar una actitud más activa en la dirección y programación de la economía. Las. relaciones económicas con el resto del mundo, por otro lado, deberían ser políticamente controladas e incluso reducidas en dimensión y significado. Para Keynes, "el capitalismo internacional e individualista de los años treinta no constituía ningún éxito. No era inteligente, ni virtuoso, ni justo, ni capaz de proporcionar los bienes y servicios que necesitamos. Pero, cuando nos preguntamos cómo reemplazarlo, nos domina la perplejidad ".En su obra fundamental, La teoría general, Keynes construye una laboriosa respuesta a sus premisas de 1933, con sus aceleraciones, sus multiplicaciones y otros conjuros que reconducidos, sin embargo, a un lenguaje normal se convirtieron en el modelo de economía mixta o dual de todos conocido. Esta síntesis general acopla el sector privado de la economía al sector público. El Gobierno, a través del control a distancia de la política fiscal y de la política monetaria (estímulos en épocas de recesión y frenos en tiempos de prosperidad), además de utilizar el largo brazo del sector público, establecería un nivel de actividad macroeconómico al que se conectarían los múltiples planos microeconómicos del sector privado. Las empresas maximizarían sus beneficios, y el sistema terminaría por ir hacia una utilización óptima de los recursos; finalmente, se conseguiría el pleno empleo. y el sistema terminaría por ir hacia una utilización óptima de los recursos; finalmente, se conseguiría el pleno empleo. y el sistema terminaría por ir hacia una utilización óptima de los recursos; finalmente, se conseguiría el pleno empleo.

Este modelo paradigmático ha funcionado admirablemente durante los años de reconstrucción y afluencia que siguieron a la segunda guerra mundial. La economía llegó a convertirse incluso en una ciencia predictiva bastante exacta. En efecto, se podían sumar -dentro de un modelo matemático-estadístico (econométrico)- los efectos en términos de producción, empleo e inflación de una determinada carga de estímulos fiscales y monetarios. Todo esto era posible porque los recursos -la oferta de factores y productos- eran manipulables y respondían de una manera prácticamente automática a un incremento o a una disminución de la demanda. Naturalmente, se producían pequeñas perturbaciones, que, en esencia, quedaban reducidas a que una alta dosis de estímulos podía provocar más inflación o una menor dosis más desempleo. Este tira y afloja entre inflación y empleo era, por supuesto, acompdsable, gracias al fino oído de los economistas-pronosticadores y a la sabiduría de las actuaciones gubernamentales.

Los problemas de ofertas -movilidad de la mano de obra, obsolescencia del equipo capital, incremento del sector público, escasez de ahorro, encarecimiento del factor trabajo a pesar del incremento del desempleo, etcétera- se reducían a perturbaciones del azar, asimilables por el modelo. La estaflación -es decir, el paro con inflación-, la recesión -que induce a la inflación- y la inflación -que en lugar de impulsar el crecimiento lo destruye- son hechos nuevos, que aparecen con el encarecimiento de los precios de los alimentos y del petróleo a partir de 1973 y que revolucionan, de manera definitiva, el modelo keynesiano.

En la actual encrucijada se abren dos caminos. El primero quizá haya que rastrearlo en ese subsuelo de ideas, ya mencionadas por Keynes, y que hacía de la economía una ciencia de control e intervención. Posiblemente sin proponérselo, los países comunistas lo han desarrollado ya con sus virtudes y defectos. La segunda alternativa exige una especie de vuelta atrás a la economía clásica, es decir, a la eeo.nomía que postulaba la desaparición de las trabas a la libre producción y al desarrollo del comercio como los medios más eficaces para conseguir un alto nivel de bienestar y ocupación. Quizá habría que añadir a esta alternativa una serie de pócimas poco digeribles para los poderes políticos y económicos sobre cómo limitar los excesos de la economía del bienestar y de los llamados derechos adquiridos.

Los próximos años constituyen, de este modo, un dramático interrogante sobre qué política económica puede ser la más eficaz a la hora, de conducimos a remontar la crisis de los ochenta, con sus millones de trabajadores en paro en los países industriales y una situación de casi bancarrota cte los países en vías de desarrollo. La herencia keynesiana no nos proporciona ya ese modelo en el que descansar nuestro pensamiento y basar nuestras acciones.

Para Leer a Keynes

Publicado en el diario El País el 4 de junio de 1983.

La lectura de Keynes se puede ordenar en tres categorías: la obra de Keynes, la vida de Keynes y el desarrollo del keynesianismo. Los dos primeros temas son muy diversos, no sólo por las características vitales del personaje, sino porque escribió sobre casi todo. El tercero es el más amplio, puesto que para comprender el keynesianismo es necesario abarcar buena parte de la literatura económica del último medio siglo.

J.M. Keynes fue un escritor prolífico. Sus obras completas abarcan 30 volúmenes, pero sus escritos fundamentales para el no especialista los podemos reducir a seis trabajos. Cronológicamente, el primero de ellos, y quizá el más interesante desde el punto de vista político, fue su libro sobre Lasconsecuenciaseconómicasdelapaz(1919). Estelibroseescribiótras su dimisión como asesor del Tesoro, y Keynes explica en él sencillamente los posibles efectos a medio y largo plazo de la Conferencia de Paz de París. Como es bien sabido, el tratado que surgió de esta conferencia fue el inicio de la carrera hacia la segunda guerra mundial. El segundo libro importante, éste de interés para los economistas, es el Opúsculo sobre la reforma monetaria (1923). Es quizá la pieza de tratamiento menos ambiguo en toda la obra económica de Keynes. La tercera aportación importante es el Tratado sobre el dinero (1930). Es una obra larga (dos tomos) y difícil, en la cual Keynes había invertido mucho tiempo y que no tuvo la relevancia que él esperaba. Quizá el tomo más interesante es el segundo, pues está centrado en cuestiones de política económica, donde queda desarrollada una buena parte de la extraordinaria intuición del autor para analizar problemas cotidianos.

Los Ensayos biográficos (1933) son una serie de comentarios breves y divertidos sobre personajes históricos. El interés prioritario se centra en los economistas, pues el resto suelen ser protagonistas de la vida social y política en el Reino Unido y de poco interés en general para el lector español. Es curioso el ensayo sobre Newton y Bernard Shaw.

La obra más famosa de Keynes es la Teoría general (1936). Es un libro muy difícil de leer, tanto por el inglés utilizado como porque la redacción final parece que fue apresurada. Por otra parte, se sigue discutiendo en la actualidad lo que quiso decir Keynes cuando dijo ..., lo cual es una buena muestra de que el mensaje económico de la Teoría general era, cuando menos, oscuro y ambiguo. Existe en sus obras completas un volumen que recoge los Ensayos en persuasión, de Keynes. De ellos hay que destacar Las consecuencias económicas de Mr. Churchill (1925) y Cómo pagar la guerra (1940). El primero puso en un aprieto significativo al entonces brillante ministro de Hacienda británico. En este mismo volumen se encuentra el ensayo titulado Las posibilidades económicas para nuestros nietos, que fue la base de la conferencia que dio el autor en el Ateneo de Madrid en junio de 1930.

Para encuadrar la lectura de Keynes se puede utilizar el excelente libro de A. Hansen Una guía de Keynes (1953). El libro de D. Dillard (1952) no es aconsejable. Sobre la evolución del aspecto monetario en el pensamiento de Keynes se puede leer el sólido trabajo de Don Patinkin Keynes Monetary Thought (1976).

Sobre la vida de Keynes se han escrito varios libros y, en concreto, existe un seminario bianual en la universidad de Kent, que se celebra desde 1972 y que recoge monográficamente diversos aspectos del famoso economista británico. Hasta el momento existen cinco volúmenes centrados en aspectos del hombre y su trabajo, las relaciones monetarias internacionales y Keynes, Keynes y el laisser-faire, Keynes y el grupo Bloomsbury y Keynes como asesor económico. Los más interesantes son el primero y los dos últimos. En particular, los artículos de Roger Opie en el primer volumen y de Quentin Bell en el cuarto merecen ser leídos. El

quinto volumen recoge la faceta más impresionante intelectualmente en Keynes: la de asesor económico.

La biografía oficial sobre Keynes es la de sir Roy Harrod (1951), aunque, en lo que respecta a interpretación económica, se ha quedado un poco anticuada. Dos biografías más recientes y menos completas, pero quizá más sugerentes en la actualidad, son las de D. Moggridge (1976) y la del matrimonio Elizabeth y Harry G. Johnson (1978), ésta como respuesta a la publicación de las obras completas de Keynes. La mejor biografía corta es la de sir Austin Robinson (1947).

Dos libros de artículos interesantes son el coordinado por D. Patinkin y J. Clark, Keynes, Cambridge y la teoría general (1977, que es muy ameno para los especialistas, y la colección de trabajos reunida por Milo Keynes (1975), que recoge una serie de ensayos biográficos sobre J.M. Keynes, varios de los cuales son extremadamente gratificantes.

Por último, la lectura de la obra keynesiana es casi imposible, dado que el 90% de la literatura sobre macroeconomía en los últimos 40 años se refiere de una forma o de otra a Keynes. El libro clásico que resume y recoge el espíritu del keynesianismo es La revolución keynesiana (1947), del reciente Nobel L. Klein, libro excelente y que se lee poco en nuestro país. La importancia del modelo que se supone implícito en la teoría general ha sido tal que los manuales de macroeconomía al uso se centran todos en el modelo keynesiano, con más o menos puntualizaciones y avances.

La versión moderna del keynesianismo, que se aleja en sentido estricto de la Tería general, tiene su juicio en el libro de A. Leijonhufvud (1968) La economía keynesiana y la economía de Keynes. Libro excesivamente extenso y complicado, que tiene una aportación neta de enorme

importancia, pero susceptible de ser expresada en la mitad de páginas. Una versión de política económica de los modelos que surgen del nuevo enfoque keynesiano se puede encontrar en el reciente libro de Malinvaud La teoría del desempleo, reconsiderada (1977).

Por último, y dentro de este breve repaso a los libros fundamentales, hay que señalar el excelente trabajo de Hicks en su librito La crisis de la economía keynesiana (1974), cuya compresión profunda da juego para especulaciones de largo alcance. En un libro interesante, pues se obtiene una alta productividad por página asimilada.

En España existe un libro relevante que recoge la economía keynesiana: L.A.Rojo,Keynesyelpensamientomacroeconómicoactual(1965). Existe, igualmente una traducción coordinada por L.A. Rojo sobre el libro de Lechachman (1964) Keynes y otros: crítica de la economía clásica (1969). Recientemente, y con ocasión del centenario de Keynes, tanto la Revista de Occidente como Información Comercial Española han dedicado números monográficos al economista británico (véase bibliografía).

El leer a Keynes es difícil y exige cierto trabajo y atención; sin embargo, la importancia de su obra convierte su lectura en obligada para los economistas. El leer sobre la vida de Keynes es muy sugestivo, pues, sin duda, es una de las personalidades públicas más interesantes de nuestra época y el economista de más influencia social y política del siglo XX.

Un pronóstico para el Premio Nobel de Economía

YA — OCTUBRE 1979
UN PRONÓSTICO PARA EL PREMIO NOBEL DE ECONOMÍA En Octubre, como viene siendo costumbre, se conocen los premios Nobel. Desde hace diez años se concede un galardón en Economía, parte del saber que se encuentra, según algunos de sus protagonistas, entre la ciencia, el arte y la farsa. 
El intentar adivinar quien va a ser el próximo premio Nobel en cualquiera de sus versiones es casi tan dificil como saber cuándo se reactivará la economía española, a pesar de lo cual, tras hacer un repaso de las diferentes posibilidades, voy a emitir un pronóstico. Podemos preparar cuatro grandes bombos donde meter las bolas de los candidatos: 
A) Keynesianos: Seis son los relacionados "a priori" Franco Moodigliani, Lawrence Klein, Robert Solow, James Tobin, Abba Lerner y J.K. 
Galbraith. Modigliani es aún joven, Klein es econometra y ya se han concedido varios premios a especialistas de esta rama: Lerner y Galbraith no han destacado lo necesario en los últimos tiempos. El candidato podría ser Tobin, brillante profesor de teoría monetaria, pero, por las razones que expondré luego, me quedaré con Robert Solow. B) Chicago. Aquí sólo tenemos tres posibles candidatos: George Stigler,  quizá a demasiado limitado a su oligopolio; Mito Heberler, el hombre de los triángulos, y el inclasificable Don Patikin. De escoger uno de los tres me inclino por este último, debido sobre todo a su "Money , interest and prices" C) Teóricos. Descartando a Malinvaud, por su juventud, tenemos dos candidatos: El sofisticado J. Mirrless, brillante microeconomista y especialista en economía matemática, y el francés  Gerard Debreu. Ambos a tienen en contra la gran cantidad de premios nobel concedidos a especialistas en economía teórica y fundamentalmente en equilibrio general (Koopmans, a Arrow, Hicks). D) Segundo Cambridge: Aquí Mrs. Joan Robinson cierra casi totalmente el a camino a los Kaldor, Pasineti, etc, etc. 1 1 Tras este repaso a los genios, ¿Cuál es el pronóstico final? En mi opinión, y dado 1 que sólo se ha concedido un único premio a la discusión teórica de la teoría del capital 1 (Hayek, por su "Pure theory of capital"), me inclino a pensar que esta rama de la 1 economía va a llevarse el gato al agua. Dentro de ella, qué duda cabe, el máximo 1 exponente es la señora Robinson, que recibiría un premio bien merecido a su esfuerzo por el desarrollo de la ciencia económica. Pero la teoría del capital es indudable que se 1 ha desarrollado bajo el impulso de la polémica entre los dos Cambridge, y el mayor exponente del Cambridge USA sería Robert Solow. Por tango, me inclino a dar ganadora a la señora Robinson y como gemela, Robinson Solow. Esperemos que así 1 sea.

* Los nombres en negrita han sido premios nobeles en los 15 años siguientes a la publicación de este artículo.

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